Garcilaso de la Vega (1501-1536), refleja en su poesía en general y en este soneto número XI en particular, su enorme influencia petrarquista, que a lo largo del siglo XVI se extiende por Europa y de la que se empapó en su estancia como soldado en Nápoles. Lo proyectamos aquí sobre una imagen de la riera de Merlès en Barcelona, España, en todo su esplendor de caudal circulante. De nuevo el agua revela la tristeza de un poeta, poniendo de manifiesto la tendencia a la melancolía que transmite el líquido elemento, algo que queremos desvanecer desde futurodelagua.com. Somos poetas, pero siempre positivos en la lírica estela de la seducción  y en su deriva futura.

Aquí, Garcilaso se dirige a las ninfas, distrayendo su atención de su cotidiano quehacer y les pide que escuchen el relato de sus inconsolables desdichas amorosas. Nos describe sus paisajes vitales y sus ocupaciones, mediante tópicos renacentistas, nos ensalza la belleza de esos seres mitológicos integrada en la armonía de la naturaleza. Y les (nos) relata su inconsolable desdicha.

Poema renacentista de un soldado que muere en el campo de batalla en plena juventud y madurez poética. Y llora la muerte de su musa, Isabel Freyre. El agua pone tristes a los poetas… ¿les seguirá poniendo así?

Lorenzo Correa

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