Si cada vez somos más los usuarios del agua en el mundo y la disponibilidad del recurso es la misma, la buena gestión futura del agua pasa irremediablemente por reducir la contaminación de los recursos circulantes o almacenados en los acuíferos para poder usar y volver a usar la mayor parte del agua posible en el riego, en la industria y en nosotros mismos. Es preciso además preservar los caudales ambientales (cuyo uso también exige calidad).
su relación con la contaminación del agua. También de los insecticidas. Hoy toca hacerlo de los detergentes.
La higiene personal es básica para defendernos de las enfermedades infecciosas y para garantizar que esa higiene sea completa, usamos detergentes para limpiar nuestra ropa. Pero si no se usan bien, también contaminan el agua, por lo que sus usos inadecuados son firmes candidatos a figurar en nuestra lista de incertidumbres del futuro del agua como potenciales generadores de problemas a resolver.
Los detergentes con fosfatos o los no biodegradables, favorecen la proliferación de algas. Los aniónicos, son los generadores de esas espumas que vemos en los ríos los días en que nos ponemos de acuerdo para hacer la colada, sobre todo si no usamos la cantidad recomendada por el fabricante.
Los catiónicos, más ácidos, hacen poca espuma y tienen propiedades bactericidas, desinfectantes y desodorantes. Sin embargo para que tengan poder de limpieza se tienen que combinar con detergentes aniónicos ya que ellos solos son ineficaces.
Los detergentes con fosfatos son bastante cáusticos, mientras que los tensioactivos son tóxicos y se usan para lograr mejorar la humectación del agua para que forme espuma y lograr emulsionar el detergente. El jabón, que es un agente tensioactivo producido a partir de grasas y aceites de origen natural, es un eficaz bactericida y logra buenos resultados para eliminar la suciedad. Sin embargo si se usa con aguas muy duras puede producir sales de magnesio y calcio, además de acumulación de grasa en la superficie del agua.
Lógicamente, los detergentes no biodegradables, cuyos componentes químicos son muy agresivos, son los más contaminantes y además al entrar en contacto con el agua cambian su composición y favorecen la proliferación de algas. Si esto ocurre, las algas van muriendo se descomponen y consumen oxígeno, lo que lleva a la extinción de muchas especies acuáticas.
Como ejemplo, acabamos de leer en la prensa española la noticia de una gran proliferación de algas en varias zonas de la lámina de agua superficial del embalse del pantano de Sau, situado en la provincia de Barcelona: desde hace algunas semanas se observó la floración y presencia de cianofíceas. Para los amantes de aprender cosas nuevas en los blogs, diremos que son un tipo de algas con pigmento de clorofila, únicos organismos procariotas que permiten la fotosíntesis y que fueron las responsables de que al iniciarse la vida, empezara a disolverse oxígeno en el mar y que luego se liberara a la atmósfera. Son unas algas verdes que, en determinadas circunstancias, pueden ser potenciales productoras de toxinas. Como viene ocurriendo con la detección de especies invasoras, aparecen donde nunca habían estado y aquí también es la primera vez que se detectaron estas plantas, que además en algunos lugares del embalse se agrupaban en grandes cantidades con un fuerte olor.
Para evitar problemas, ha habido que confinar temporalmente el agua de la superficie del, embalse a la espera de que las algas se dispersen de forma natural con las aportaciones de agua y el descenso de las temperaturas. Y esperar también que se produjeran lluvias fuertes (lo que afortunadamente ha sucedido) que aportaran caudales al embalse, posibilitando la abertura del desagüe de fondo y la remoción natural de sedimentos del fondo del embalse.
Aunque ningún control analítico realizado ha detectado presencia de compuestos tóxicos producidos por las algas ni ningún otro tipo de afección, con carácter preventivo, durante seis días se cortaron temporalmente dos puntos de la red de abastecimiento de agua de las instalaciones del embalse. Y se espera que con el descenso de las temperaturas normal en esta época del año, las algas dejarán de ser potencialmente tóxicas.
Cerremos el paréntesis de la actualidad y volvamos a los detergentes: la Unión Europea prohibió de manera progresiva el uso de fosfatos en jabones y lavavajillas para la ropa para reducir la contaminación de ríos, lagos y mares a partir del 2012. Se comenzó reduciendo a 0,5 gramos de fosfatos a partir del 2013, incrementando la reducción hasta su desaparición en el año 2017.
¿Hay alternativas? Una, la de los detergentes ecológicos, cuyo inconveniente es que en zonas de aguas duras, obligan a usar más cantidad de detergente o descalcificar el agua para lograr la misma eficacia que en zonas que tienen el agua blanda.
Otra es lavar la ropa de forma ecológica y económica, combinando un detergente con un suavizante casero. Jabón hecho con aceite de oliva reciclado, y percarbonato, que ayuda a blanquear la colada y que solo se usa cuando se lava ropa clara, mezclando en el cajón de la lavadora dos cucharada soperas de virutas de jabón con una cucharada de percarbonato. Y ya dentro de la lavadora, añadir entre 4 y 5 cáscaras de nueces de lavado para sábanas y toallas, dentro de una bolsa de tela. Son ricas en saponinas, que dejan la ropa limpia y suave, muy baratas y reutilizables.
Como suavizante, vinagre de manzana mezclado con aceites esenciales para camuflar el olor: mezcla de 250 ml de vinagre, 15 gotas de aceite esencial de lavanda y 15 gotas de aceite esencial de eucalipto.
Esta receta casera es más respetuosa con la ropa, hace que los colores duren más y gracias a su efecto anti cal, cuida la lavadora, que debe programarse a 30°C.
Para más información de este maravilloso remedio que ahorra y elimina la contaminación en origen, consulten la siguiente página web:
Cómo lavar la ropa de forma ecológica y económica