Nos dicen que ha sido identificada en la desembocadura del río Besós, (Barcelona,España), una bacteria que puede convertir algunos  sedimentos  organoclorados contaminantes tóxicos de los ríos en otros “limpios”.

Desgraciadamente para nuestros acuíferos, para el futuro del agua, la contaminación de los acuíferos con compuestos organoclorados es uno de los problemas ambientales más graves en Europa, debido a que estos contaminantes fueron usados mucho en la industria en el pasado. Una vez presentes en los acuíferos, pueden acumularse durante años debido a su baja biodegradabilidad, suponiendo un peligro por su elevada toxicidad. Y un 8% de los suelos contaminados en la zona de estudio, contenían compuestos organoclorados.

¿Qué son los  organoclorados?. Conforman un grupo de pesticidas artificiales desarrollados principalmente para controlar las poblaciones de insectos susceptibles de generar plagas. Su origen se remonta a la fabricación del DDT en 1943  ya su uso indiscriminado y masivo durante muchas décadas.

Su parte positiva, la de ser un arma importante en la lucha química contra las plagas y una casi ineludible en el control del mosquito Anopheles transmisor de la malaria, se ve contrarestada por su lado oscuro: cuando ya no se usa, permanece en los sedimentos  y su ataque, como el de  casi todos los insecticidas, se dirige al  sistema nervioso generando alteraciones de la transmisión del impulso nervioso. Por eso han sido los insecticidas en los que más énfasis pusieron los grupos conservacionistas.

Los organoclorados son, en esencia, hidrocarburos con alto contenido de átomos de cloro . El DDT fue casi un símbolo de veneno químico, debido a su difícil degradación y su gran acumulación en el tejido animal, característica ésta que comparte con los demás integrantes del grupo.

Pasemos al esperanzador descubrimiento:

El género  bacteriano Dehalogenimonas, descrito hace tan solo 6 años, solo había  podido ser aislado en dos cepas en acuíferos contaminados con cloroalcanos en el estado de Luisiana. Aunque ya se habían identificado secuencias de su genoma en diferentes localizaciones geográficas, como el Océano Ártico, Mar Báltico, Canadá, China, Alemania, Hungría, España, Taiwán o Estados Unidos, esta es la primera vez que se ha descrito la caracterización y el cultivo de una Dehalogenimonas en Europa.

Esta bacteria solo puede utilizar compuestos organoclorados como fuente de energía durante su proceso de respiración, reduciéndoles el cloro y convirtiéndolos en más biodegradables y, en algunos casos, inocuos.

Científicos de la Universidad Autónoma de Barcelona, en colaboración con la Universitat de Barcelona y con el Helmholtz-Centre for Environmental Research de Leipzig (Alemania), extrajeron sedimentos del río Besós, inicaron un proceso de investigación durante 3 años  y obtuvieron un cultivo bacteriano estable, capaz de transformar algunos de los hidrocarburos alifáticos clorados que se encuentran más frecuentemente en los acuíferos, en productos inocuos como el etileno y el propileno.

Sus técnicas han permitido demostrar in situ que las bacterias contribuyen a la desaparición de los contaminantes estudiados, distinguiéndola así de aquella provocada por procesos fisicoquímicos de origen natural, como la dilución del contaminante debido a lluvias, la adsorción a la materia orgánica o su volatilización. Este descubrimiento  se aplicará en acuíferos contaminados, añadiendo bacterias con capacidades específicas para eliminar contaminantes, pudiendo aplicarse en Europa algo que ya se aplica en Estados Unidos y Canadá con gran éxito.

La bacteria crece muy bien en las condiciones anóxicas de los acuíferos, y también podría aplicarse en origen, en las propias plantas depuradoras industriales, evitando que los sedimentos resultantes del proceso de depuración contaminen ríos y acuíferos. Toca ahora esperar para comprobar si este descubrimiento consigue superar el reto de remediar la situación producida en muchos acuíferos por malas prácticas, voluntarias o realizadas por desconocimiento de las secuelas en el pasado.

Muchas veces contabilizamos como recurso disponibles volúmenes de agua existentes en el río o en el acuífero que no lo son por estar contaminados. En el caso del agua subterránea la nitrificación de acuíferos interiores en zonas agrícolas y ganaderas y la salinización de acuíferos costeros por intrusión marina provocan el espejismo de creer que tenemos agua cuando en realidad no la podemos usar. Remediarlo, recuperarlo, supone enormes gastos que encarecen el precio del agua.

Hay que saberlo, hay que aceptarlo y…hay que pagarlo. Así es el camino hacia el futuro del agua

Lorenzo Correa 

Este blog pretende deconstruir el discurso dominante de la gestión del  agua desde la ontología del lenguaje, disciplina base del coaching ontológico, especialización del autor.

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