El dengue y el calentamiento global: una amenaza evitable


Sequía, inundaciones, migraciones, disminución de recursos hídricos, aumento de consumo derivado del incremento de la temperatura…estas son algunas de las amenazas del cambio climático en el ámbito de la gestión del agua. Hay que añadir también las enfermedades que en el agua encuentran su caldo de cultivo y que también se verán incrementadas o influenciadas por el calentamiento global.

Las  alteraciones en el régimen pluviométrico que provocan precipitaciones de mayor intensidad, facilitan el aumento de enfermedades de transmisión como el dengue.

Y el año 2015, en el continente americano , las está habiendo. El entomólogo Anthony Erico Guimarães, investigador del Instituto Oswaldo Cruz, el más importante centro de estudios y desarrollo de soluciones contra enfermedades tropicales de Brasil ha declarado recientemente que  “El calentamiento global aumenta el riesgo futuro de epidemias, porque influye directamente en la expansión del dengue al alterar la frecuencia de las lluvias”

Por su parte, Franklin Alcaraz del Castillo, director del Centro Latinoamericano de Investigación Científica de Bolivia  y médico, informa que las extensas lagunas donde se almacena el agua caída durante los últimos tres meses del verano en la Amazonia boliviana “alimentan la reproducción del mosquito Aedes aegypti”  transmisor del dengue y generador de esta  enfermedad viral que inocula al absorber la sangre de una persona infectada y  contagiar, cuando pica, a otra sana.

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Además, el calentamiento global acelera el desarrollo del virus, amplía la zona de influencia del mosquito y su capacidad de adaptarse a temperaturas más frías, incluso cuando el termómetro indique sólo 15 grados Celsius,  según declaró  el científico argentino Osvaldo Canziani, integrante del Grupo Intergubernamental de Especialistas sobre Cambio Climático de Naciones Unidas.

Para evitarlo, solo puede actuarse preventivamente. En Bolivia, hay cerca de 40 mil familias evacuadas por causa de  las inundaciones en los departamentos de Santa Cruz y Beni, que también son los más afectados por el dengue. Esta situación, la pobreza y la falta de conocimiento para defenderse del mosquito hacen que la enfermedad se propague. Ya se han contabilizado  2.800 casos de dengue en ese país, que se afana en desinfectar con humo las zonas más vulnerables y prepararse para otros males asociados con la inundación como la malaria, la fiebre amarilla y el tétanos.

En Brasil, se registraron 79.732 casos a comienzos de este año, casi un 30% más que en igual período de 2006 y la mitad de ellos se registraron en Mato Grosso do Sul, fronterizo con Bolivia y Paraguay. La variante hemorrágica afectó a 55 personas, de las cuales seis murieron. La consecuencia directa ha sido la movilización de la población los focos  y los charcos y recipientes con agua estancada donde los mosquitos se reproducen.

Paradojas del agua: cuando falta hay que buscarla y traerla a cualquier precio, cuando “sobra” hay que evacuarla también a cualquier precio. Sin agua no hay vida, pero sin agua estancada no hay dengue.

En Paraguay, epicentro del foco sudamericano, las autoridades registraron cerca de 20 mil casos y 12 muertes. Lo peor del asunto, es que los profesionales de la medicina sospechan de la existencia de altas cifras de casos no registrados.

Uruguay y Canadá son los únicos países de América libres del dengue autóctono. El horizonte  se enturbia, porque hay expertos que aseguran que los mosquitos transmisores son extremamente sensibles al cambio climático, porque  los vientos, la temperatura y el régimen pluvial son factores decisivos para su propagación. Médicos especializados en dengue y enfermedades infecciosas, afirman también que los focos de dengue coinciden con el momento de mayor intensidad de El Niño, fenómeno climático periódico asociado a fluctuaciones de la presión atmosférica y de la temperatura de la superficie del Océano Pacífico, que, como los seguidores de futurodelagua.com saben muy bien, este año afecta enormemente a buena parte del  continente americano.

La mala noticia es que desde la década de los años 70 del siglo pasado, a medida que ha ido  aumentando la temperatura global debido al cambio climático, las tempestades, lluvias y otros fenómenos extremos asociados a El Niño se han ido convirtiendo en más frecuentes, intensos y persistentes. Se corre por ello el riesgo de  que las alteraciones climáticas amplíen la distribución geográfica de enfermedades como el dengue, la malaria, la leishmaniosis, el mal de Chagas, y además, que se prolongue la estación en la cual los agentes transmisores de esas enfermedades se reproducen.

Incertidumbres del agua: no podemos bajar la guardia.

Lorenzo Correa 

Este blog pretende deconstruir el discurso dominante de la gestión del  agua desde la ontología del lenguaje, disciplina base del coaching ontológico, especialización del autor.

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