Incertidumbres del futuro de la gestión del agua: las aguas de baño


  • El mandato de la legislación europea del agua

Los países de la comunidad europea apostaron fuerte por el futuro del agua en el año 2000: La publicación de  la Directiva marco del agua cambió el paradigma de base de la gestión hídrica al considerar el agua como un recurso y como estructura básica de funcionamiento de los ecosistemas que en el agua viven. Es su preservación quien garantiza la calidad y el buen uso del recurso.

Se define un objetivo con fecha de consecución y una manera de actuar para llegar a él: que se mida el estado ecológico y químico de las masas de agua, y que ese estado sea bueno en 2015.

El estado ecológico indica la calidad de los ecosistemas acuáticos de acuerdo con su estructura y funcionamiento. Y es “bueno” si los elementos biológicos y físico-químicos del sistema tienen características cercanas a las que tendrían en condiciones naturales. La DMA establece qué grupos de elementos biológicos deben intervenir en el cálculo del estado ecológico, pero no establece metodologías o protocolos específicos en los que se determinen métricas y / o índices para el uso de estos elementos como indicadores de la calidad del agua.

Hoy nos ocupamos del baño en el mar y en el río. Hacerlo en condiciones adecuadas, depende lógicamente del estado ecológico de las aguas costeras y dulces. En el río, todo está “controlado” desde hace décadas.

palamos

Las aguas costeras, según la definición de la Directiva son las superficiales situadas en la franja que va desde la línea de costa (la línea base que sirve para medir la anchura de las aguas territoriales o jurisdiccionales), hasta una distancia de una milla náutica mar adentro, y que se extiende, en su caso, hasta el límite exterior de las aguas de transición, incluyendo las aguas marinas llamadas interiores

En esta franja marina, los controles de calidad se ocupan del seguimiento físico-químico y del estudio de elementos biológicos como integradores del estado del medio.

Sin embargo, estos trabajos son relativamente recientes si se comparan con los realizados en aguas superficiales continentales, que se llevan haciendo desde hace decenios. Una de las incertidumbres del futuro en estos menesteres, es la de conocer con rigor suficiente la respuesta de las comunidades marinas frente a los cambios ambientales y afinar estas metodologías en los próximos años, especialmente en cuanto a los valores de referencia y los umbrales definidos como punto de corte entre las categorías de calidad. A medida que, con los años, se vayan obteniendo series más largas de datos, las metodologías irán mejorando y permitirán ser más precisas, discriminar mejor las cualidades y evaluar con más conocimiento de causa los diferentes elementos de calidad.  Con respecto al estado químico, la Directiva antes citada define un buen estado químico cuando se cumplen las normas de calidad ambiental establecidas por las normativas.

El seguimiento de contaminantes en el mar  supone un gran trabajo a realizar para poder fijar unos niveles de referencia en los sedimentos marinos, que sirvan de base para una cuidadosa evaluación de la contaminación química.

Todos  estos trabajos tienen un coste que habrá que sumar al resto de costes de la gestión que vamos enumerando en los anteriores capítulos de nuestras “incertidumbres”.

  • La percepción del cliente

Y bien, en la moderna Europa… ¿cómo valoran los turistas y usuarios de las playas atlánticas y mediterráneas del sur toda esta parafernalia? . Porque por mucho que se legisle y se esfuerce uno en cumplir las leyes a rajatabla, si el cliente no está satisfecho, si el cliente no confía…de poco sirve el gasto

Apliquemos algo de programación neurolingüística para distraernos de tanta legislación: las personas recibimos información del medio que nos rodea a través de los cinco sentidos, que  nos permiten interaccionar con los demás y con el medio. Y que nos muestran  la belleza, la incomodidad, el placer o el miedo. Como no todos percibimos estas informaciones del mismo modo, la Programación Neurolingüística nos dice que el mundo, tal y como lo vemos no existe, somos nosotros quienes lo “reinterpretamos” según nuestra personalidad, y según la predominancia de unos sentidos sobre otros. Y cada persona dispone de un canal sensitivo para entender el mundo y para relacionarse con las personas: el visual, el auditivo o el kinestésico (o sensorial).

Volvamos al mar: cuando uno va a la playa y observa, comprueba que la opinión del bañista se genera por la yuxtaposición de dos factores: el kinestésico, definido por el olor del agua y el visual, por su color y ausencia de sólidos flotantes. El auditivo se presenta cuando oímos su opinión sobre lo que ha visto y sentido.

Para evitar críticas infundadas que generan desconfianza en la administración del agua, debe hacerse notar que un agua marina catalogada de excelente por la Directiva, lo serà  microbiológicamente, aunque esto no quiere decir que esté libre de plásticos u otros tipos de sólidos flotantes.

De residuos en el agua se pueden observar en todo litoral,  y lógicamente habrá más densidad de flotantes en las zonas más densamente pobladas. La principal causa de la presencia de residuos en el mar son los vertidos tierra – mar que se producen a través de arroyos, colectores unitarios de aguas pluviales y aliviaderos de los colectores existentes cuando llueve mucho y las tuberías no pueden absorber toda la agua que les llega de la lluvia. Las condiciones oceanográficas (corrientes marinas o vientos), son las que condicionan el transporte de los sólidos en el mar, lo que hace que el retorno de los residuos en la costa no siempre coincida con el punto desde donde se han vertido, o que tarden más o menos tiempo en hacerlo.

El bañista ve “cosas raras” flotando en el mar  y desconfía del correcto funcionamiento de las depuradoras cercanas. La verdad es que casi nunca es esta la fuente del problema.

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Esta imagen genera confianza

En todas las playas desembocan cauces de mayor o menor importancia en cuanto a sus superficies de cuenca. En su tramo final cruzan a cielo abierto o en la mayoría de los casos cubiertos y escondidos, los núcleos de las poblaciones muy urbanizadas e impermeabilizadas de la costa. Cuando llueve, arrastran residuos depositados en sus lechos, hasta  el mar. Lo mismo ocurre cuando  desembocan las aguas de escorrentía urbanas que fluyen por las calles cuando llueve, y pueden arrastrar hasta el mar todos los residuos que se encuentran en las calles, como colillas, papeles u otros. Esta es la realidad de los residuos flotantes en las aguas playeras.

Por estos colectores unitarios llegan los flotantes arrastrados al mar.
Por estos colectores unitarios llegan los flotantes arrastrados al mar.

Las espumas también son un fenómeno común y frecuente en las playas. Normalmente se forman por la degradación de la materia orgánica que hay en el mar, propiamente suya o que haya llegado desde tierra en tiempo de lluvias. Las sustancias derivadas de la degradación de la materia orgánica tienen propiedades tensioactivas que con la agitación del mar o con el batir de las olas contra las rocas forman las espumas. Por último, no podemos olvidar a las simpáticas medusas. Las administraciones del agua en colaboración con los servicios de salvamento y socorrismo de los municipios costeros hacen un exhaustivo seguimiento de su presencia, registran las observaciones ajustadas y elaboran un censo de especies presentes y de abundancia de ejemplares.
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Es conveniente saber que existen programas de vigilancia e información de las playas y que sus resultados se publican en las páginas web de las administraciones del agua. Para que no se pierda la confianza-

Lorenzo Correa

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