Sobre las buenas explicaciones de para qué se hacen las cosas


Leo con ilusión, interés y ganas de aprender la entrevista al Dr. Prat realizada por la Universidad de Barcelona y cedida para su publicación a iAgua. Las declaraciones públicas del catedrático de ecología siempre son interesantes y por ello las sigo habitualmente para ir así completando mi menguada formación en disciplinas tan apasionantes como las que él domina y enseña. Celebro coincidir en muchas cosas, sobre todo en la necesidad de trabajar en equipo y de manera interdisciplinar, idea que me parece muy plausible. Ojalá veamos pronto a ese equipo funcionando con su líder al frente. Para no aburrir al lector solo voy a referirme a una frase de la citada entrevista con la que me identifico bastante: La gente no es tonta, y si las cosas se explican bien, pueden encontrarse soluciones.

Aunque a alguien esta frase le pudiera parecer algo ambigua (¿quién es “la gente”, ¿qué es “explicar bien”, ¿quién tiene que explicarlo?, ¿ese “pueden” significa que a lo mejor “no pueden”?… a mí no me lo parece, la suscribo íntegramente. Y me explico.

El 13 de mayo de 1913, el diario El Cantábrico de Santander, publicó una entrevista con el ingeniero Manuel Lorenzo Pardo, en la cual se explicaba “bien” la magna obra entonces solo proyectada del pantano del Ebro. El ingeniero Lorenzo introducía en esta entrevista un argumento que me ha dejado perplejo, que ha cambiado mi punto de observación de la función de un embalse. Y ahora entiendo por qué un embalse puede ser una solución, tras la buena explicación que hace casi un siglo hizo Don Manuel.

Sé que algunos me leen (gracias por los comentarios) y que intuyen que mi pregunta siempre es ¿para qué? Y ahora sería ¿para qué (que ya no sepamos), es solución un embalse?

Reproduzco las palabras de Lorenzo Pardo (el subrayado es mío):

“El proyecto consiste en construir un enorme depósito de agua que ocupará el fondo y parte baja de los indicados valles, mediante el cerramiento del cañón o desfiladero que sigue en la confluencia en Las Rozas, teniendo esto el carácter de una restitución geológica, puesto que según todos los indicios, todas esas enormes extensiones constituían en anteriores edades un espléndido lago natural.”

¡Canastos!, el nuevo embalse serviría para ayudar a recuperar el estado prístino de la zona, además de ejercer sus conocidas funciones de laminación de avenidas y suministro de caudales cuando el cielo no los envía. Shocking!..ahora lo entiendo, Lorenzo Pardo proyectaba embalses casi en el siglo XIX, TAMBIÉN para eso, para recupera antiguos lagos . Y lo corroboraba en la citada entrevista con las siguientes palabras (el subrayado es mío):

…dada la enorme capacidad del embalse, pudiera conseguirse un fin más amplio, cual es el de reservar para los años secos las aguas sobrantes de los años en que sean muy abundantes, con notoria ventaja para el efecto perseguido de regulación del caudal del Ebro y, sobre todo para el país donde la obra se halla emplazada, puesto que muy rara vez se vería vacío el embalse, transformándose en lago lo que de otro modo sería un pantano. En tal sentido se habría conseguido realizar de un modo absoluto lo que pudiera llamarse y se ha llamado ya antes, restitución geológica.

Sirva este ejemplo para incentivar nuestros esfuerzos tendentes a diseñar un espacio común, ameno y confiable en el que Dª Limnología, Dª Ingeniería y otras doñas y dones, puedan “bailar” y no pelear con plena confianza y espíritu de mutua ayuda. Con mi agradecimiento al ingeniero del siglo XIX y al limnólogo del siglo XXI por el aprendizaje.

Recibe un email semanal con nuestras publicaciones

Te das de baja cuando quieras.


Deja un comentario