Reflexiones de un inexperto: Agua y Metamodelo del Lenguaje


Un diario publicó hace poco una noticia en la que se decía que la comunidad científica catalana había mostrado su estupor y rechazo a los caudales propuestos para el Delta del Ebro en el plan hidrológico de esa cuenca que está en fase de información pública. “Los expertos” (sic) insisten en que en un régimen de caudales que durante 10 meses al año puede ser, en la estación de aforos de Tortosa, inferior a los 100 metros cúbicos por segundo, el río está condenado por la intrusión de la cuña salina.

«Es un burla total, y no pueden alegar desconocimiento porque hace diez años que alertamos de los problemas que acucian al Delta. O no se han enterado de nada o esto es una tomadura de pelo«, afirmaba un catedrático de Ecología.

Tan resonantes juicios, tan apabullante seguridad en el diagnóstico, me llevan a reflexionar sobre la competencia en materia de toma de decisiones tan importantes como esta, porque… ¿quién decide en materia de gestión del agua: políticos, técnicos, científicos, la sociedad, una asamblea de expertos, por referéndum?,¿con qué criterio se decide: solidario con los seres vivos, solo con los seres humanos, solo con los ecosistemas?, ¿qué le pasa a un decisor cuando se equivoca, le sale gratis el fallo?¿Y a un experto, también le sale gratis? ¿Qué tipo de responsabilidad tiene si falla quien diagnostica y proclama a los cuatro vientos su diagnóstico?

Los políticos se ganan su sueldo defendiendo los intereses de los ciudadanos/as que les votan. Deciden basándose en las leyes que promulgan y en el bien común. Si se equivocan, las elecciones les pasan factura. Si no aprenden de sus errores, antes o después, dejan de ser políticos. Seducen (atraen desde la fascinación), o se dedican a otra cosa, casi siempre muy bien remunerada, pero otra cosa.

Los científicos investigan, argumentan, debaten miden y comparan para demostrar justificadamente alguna cosa que impulse mejoras en la comunidad. No deciden. Al utilizar una jerga mucho más ininteligible que la de los políticos, es más difícil que la sociedad a la que sirven les juzgue. Ni siquiera se atreve a juzgarlos en muchos casos, porque un halo de misterio les protege de las miradas inquisitoriales del vulgo lego. Porque los científicos convencen (persuaden a través de una argumentación racional)

Los técnicos de la administración gestionan los aspectos técnicos que argumentan la idoneidad de las decisiones de los políticos y hacen funcionar el país, cumpliendo y haciendo cumplir las leyes (de aquí viene «funcionario). Tampoco les toca tomar las grandes decisiones, porque son más científicos (convencen), que políticos.

El diario aludido al comienzo, fiel al metamodelo del lenguaje, procesa la información como cualquiera de nosotros: es tanta la que nos entra en cada instante, que inconscientemente generalizamos, distorsionamos y eliminamos. Ese es nuestro embudo “natural”, que lamina una gran parte de lo que nos llega de fuera y produce lo que sale de nosotros vía lenguaje. En este caso, el diario generaliza cuando leemos: «La comunidad científica catalana ha mostrado su estupor y rechazo a los caudales propuestos para el Delta por el plan de cuenca».

Deconstruyamos esta frase (el subrayado es mío): ¿Toda la comunidad científica catalana? Lo cierto es que aquí solo se lee la opinión de un científico y se intuye que habla en representación de otros, no citados, seguro que no “todos”, pues hay decenas de disciplinas con cátedra que tienen que ver con la gestión de agua y algunos de ellos que no opinan lo mismo.

¿Son los intereses generales coincidentes en su totalidad con los del científico de referencia? Los demás científicos no existen, no opinan, no saben, o están de acuerdo con lo escrito en el diario?

Distorsión: ¿Son los técnicos quienes han de tomar las decisiones, o los científicos o los políticos?

Eliminación: ¿Han participado científicos y técnicos en la redacción del Plan Hidrológico del Ebro? Si así fuere, ¿qué argumentos emplean para definir el abanico de caudales?

¿Podemos comparar argumentos científicos y no leer solo conclusiones de parte?

Reto a asumir en el ámbito de que tratamos: compaginar los caudales adecuados para los usos necesarios (la mayoría concesionados, o sea que hay que dotar prioritariamente si son para abastecimiento, en condiciones climáticas normales, si son de riego), con la calidad adecuada para garantizar la salud de humanos y otros seres vivos y con la protección ambiental reglada por legislaciones foráneas ya transpuestas, por ello ya nuestras.

Asumir este reto, como cualquier otro, exige un esfuerzo colectivo, en este caso triple: técnico (cómo hacerlo eficaz y eficientemente), económico (¿cuánto es , de dónde lo sacamos, quién paga?) y emocional (ampliaremos nuestra visión para eliminar las creencias limitantes en forma de eliminación, distorsión y generalización, seremos capaces de fundamentar nuestros juicios y de atravesar los filtros inconscientes de la información, deconstruyendo ?)

Y lo que sea económicamente viable y técnicamente factible tendrá que ser TAMBIÉN socialmente aceptable (hay que seducir al cliente). Y si no, no habrá nada

Me encantará leer en el diario que la comunidad científica está estudiando hasta qué punto la sociedad está dispuesta a aceptar, a cambiar, a pagar… y qué modelo de seducción emplean los políticos, hasta hacer suyo este triple reto.

Me gustaría que el diario me señalara al líder que afrontara la tarea de gestionar el equipo que trabaje para articular los medios necesarios para ganar la confianza de la sociedad, algo, por ahora, inexistente, lo que es para mí la fuente de todos los males de la gestión del agua: la desconfianza en el gestor.

¿Hablará alguna vez de esto el periódico?

Recibe un email semanal con nuestras publicaciones

Te das de baja cuando quieras.


Deja un comentario